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sábado, 20 de noviembre de 2010

"No para muchos, sino para machos"

Por Isabel María Marín Pérez (Colombia)

Son las 11:30 PM y el Absalom Club se viste de brillo y color para ser epicentro del tan esperado evento “El Reinado del Sol”. A este asiste la multitud que de alguna forma se identifica o apoya a un estilo de vida que, paradójicamente en Colombia, despierta más indiferencias y rechazo que beneplácito y aceptación. Sin embargo en esta noche el principal protagonista es la fantasía que invade cada rincón de este recinto cuyo nombre hace referencia a aquel hermoso príncipe que ambicionó la corona de su padre.

La pasarela está adornada, tal como ocurre en Cartagena en el Reinado miss Colombia, conservando muchas similitudes, por ejemplo sus luces que chocan de extremo a extremo, un número considerable de aspirantes que desfilan en busca del principal cetro, un público y por supuesto, un jurado calificador. No obstante, cuando se habla de un reinado de belleza, por lo general se hace referencia a representaciones del sexo femenino y esa es otra similitud que se puede encontrar, pues como afirma Lorna Cuellar, una de las más famosas esteticistas transgenerista, “se califica la belleza en sí, es decir la candidata más femenina de todas”.

Algunos de los sucesos que antecedieron a esta manifestación de arte es la problemática del rechazo. En Colombia es innegable la alta tasa de homofobia, esta deducción surge de una encuesta que reveló que el 65% de los encuestados no está de acuerdo con la legitimación del grupo de Lesbianas, Gays Bisexuales y Transexuales (LGBT). Esta estadística fue realizada a más de 13 mil habitantes de Bogotá entre octubre y diciembre del año 2009 a través del observatorio de culturas de la secretaria de cultura, recreación y deporte.

Pese a que las cifras no alientan el desarrollo de esta comunidad, es un esfuerzo para personas como Diana, una transgenerista que se encuentra en el Absalom Club, comenta que trabaja en la defensa de aquellas mujeres consumadas en el oficio de la prostitución, a través de una ONG denominada –Corporación Opción Por El Derecho a Ser y El Deber de Hacer- que tiene un papel decisivo en el proceso de formalización y promoción a favor de los derechos de la comunidad LGBT.

Diana afirma, que las entidades que han trabajado con ellos no han cumplido cabalmente con las expectativas. “las entidades que hacían proyectos con nosotros no eran las más idóneas porqué no dejaban ningún producto ni beneficio para la población, y en determinado momento formamos parte del movimiento Polo Rosa, que pertenece al Partido Político, Polo Democrático Alternativo, pero después no consideramos que ellos abordaban nuestras necesidades y problemáticas, por ello optamos por formar nosotras mismas nuestra propia agenda y metodología que busque defender los derechos de las personas en ejercicio de la prostitución, actividades conexas, y población transgenerista de Bogotá.”, asegura la dirigente.

Sin embargo insiste en que la diferencia que hay en materia de aceptación entre Colombia, los países europeos y los Estados Unidos es abismal puesto que en esas regiones ya hay un reconocimiento a la comunidad LGBT. Incluso en Latinoamérica, Argentina es el país que, tras la modificación del Código Civil el 15 de julio de 2010, permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, otorgándoles así el derecho de adoptar conjuntamente, con los mismos requisitos que ya existían para los matrimonios entre personas de distinto sexo. En Colombia, la única Ciudad que tiene una política pública para personas lesbianas, gay, bisexual y transgenerista es Bogotá donde la alcaldía crea las normas y leyes, y a su vez genera incentivos para que se siembre el germen de la formalidad en otras ciudades del país.

Como lo dice el Psicólogo Leonardo Garzón: “la homofobia empieza en el hogar, pues en la mayoría de estas, los padres hacen más que evidente su rechazo a la homosexualidad” este fue el caso de Camilo Arenas, un joven de 20 años que forma parte del grupo de aspirantes a la corona del Reinado del Sol y que a su corta edad ya ha vivido en carne propia la indiferencia por parte de su familia debido a su condición homosexual.

-SU HISTORIA-

Desde muy niño, Camilo Arenas comenzó a cambiar muñecos y carros por muñecas y maquillaje. En la etapa de desarrollo donde los adolescentes empiezan a experimentar los deseos sexuales y los cambios hormonales, Camilo, en vez de pensar en mujeres, tetas y culos; pensaba en hombres y sentía la necesidad de satisfacer sus pensamientos sexuales y vivenciales únicamente con su mismo sexo.

Su familia, una de esas con doctrinas religiosas muy fuertes y radicales, con costumbres conservadoras, se vio desboronada, cuando Camilo, único hijo varón decide “salir del closet”, y enfrentar su verdadera condición sexual, este es quizás el paso más difícil que tuvo que dar este joven en su camino hacia la identificación pública. Lo que nunca imaginó, era que una serie de eventos desafortunados debido a la incomprensión de sus padres, lo llevarían a rodearse de malas amistades que lo incitaron a irse de la casa, prostituirse, consumir drogas, dejar el estudio, y vagar en el mundo de los desocupados

La misma intolerancia, hizo que la cara de inocencia de Camilo empezara a experimentar una serie de circunstancias que el mismo modo de vida gay exige superar, tales como; la envidia, los insultos, el miedo de pensar que se puede contraer una enfermedad venérea cuando no hubo protección, una lucha por un territorio donde los clientes son el trofeo, los cuales preferían en su mayoría a Camilo pues sus bellas facciones eran difíciles de ignorar, la envidia en definitiva el arma más letal. Sus dueñas, las veteranas patronas del lugar, quienes no eran más que hombres totalmente transformados con pechos inyectados con aceite de motor, sus glúteos voluminosos, y unos rostros marcados por el trajín de una vida dura.

Pero así como Camilo, otras personas logran desahogarse y sacar a relucir sus emociones a la luz, en eventos como el gran “Reinado del Sol”, por eso y luego de algunos antecedentes regresamos al escenario, en el cual se harán realidad las fantasías de muchos.

Al pasar de la media noche Absalón Club se encuentra abarrotado, entre los asistentes hay de todo, desde transformistas, lesbianas, gays y travestis, hasta personajes de la escena pública, el único invitado indeseable es el rechazo. Entre los asistentes se encuentra Andrés Felipe Villamizar, Representante de la Cámara, quien expresó su apoyo a la comunidad LGBT y de paso aprovechó para lanzar una crítica al ex presidente Uribe. “La comunidad LGBT es parte de la comunidad y El Partido Liberal apoya la libertad a diferencia de otros como el presidente Uribe quien tiene actitudes homofóbicas”, asegura el Representante.

Y aquí aparece Camilo que juega en esta ocasión a ser mujer, clava su joven mirada en el reflejo de su propio yo y estando ahí desliza una suave espuma sobre sus pómulos, donde su rostro se irradia con un incontenible brillo, debido a su maquillaje escarchado que se reparte entre sus ojos y muy definidos labios, sus rubias extensiones que terminan en sus caderas esconden su cabello corto masculino. En cambio de sus usuales conver´s sus pies están adornados por unos tacones de cristal de 15 centímetros, que combinan con el color de sus uñas y la emoción del momento, un rojo pasión. Esta es su noche, su gran noche. En el camerino no resuena Camilo como nombre, porque Camilo no está presente, en esta fantasía hecha fiesta es reconocida como Adelmeira de la Cruz, Miss Puerto Rico, una reina que vive su cuento de hadas.

No obstante la ganadora es Vanessa, segunda de siete hijos de una familia que, según ella, ya aprendió a aceptarla como es. Afirma que la parte más difícil de la competencia es el desfile en traje de baño, pero coincide con Adelmeira de la Cruz en que al estar allá arriba desfilando sentía la más grande excitación al saber que muchos estaban ahí aclamándolas.

El segundo lugar es para Valeria, visiblemente emocionada nos dice lo siguiente:
“ser travesti no es para muchos, sino para machos. Mi madre es una travesti porque me llevó al destape. No somos maricas, somos homosexuales y somos más susceptibles que los demás cuando nos ofenden”.

Después de todo, son muchas las realidades sociales en cada época, y el movimiento LGBT, busca simplemente la integración normalizada en el orden social, en términos de la filosofa Beatriz Preciado, ese orden social es una enrome maquina de subjetividades y una piedrita lanzada a los engranajes del dispositivo de sexo/género que desencaja la maquinaria y produce nuevas líneas de fuga y de resistencia.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Luz de la mujer Chamí

Por Adriana Trujillo Murillo (Colombia)

Ahí está doña Rosa Yagarí, sentada junto a su nietesito blanco, escuchando atenta al vicegobernador del Cabildo Cristianía cuando hace un breve recuento de las sesiones pasadas. Hace nada me la encontré saliendo de su casa que queda al lado de la del Jaibaná(1) de la comunidad, sobre toda la carretera en las inmediaciones de Jardín y Andes.

Las nubes negras avisaban la tormenta cuando doña Rosa emprendía su camino, carretera abajo, hacia el cabildo. Pero sus ojos miel luminosos se debatían con la oscura mañana como asegurando que la lluvia no sería impedimento para su decidida asistencia. "Es que voy para un taller de economía cafetera mundial que hay allá… además yo soy excabildo y puedo guiarla hasta el sitio si quiere", me respondió con voz pausada e indecible amabilidad al pedirle que me indicara como llegar.

Durante el trayecto me contó que ya no trabajaba en el Gobierno de su pueblo porque era muy difícil para la mujer Emberá de Cristianía ocuparse del hogar y de labores administrativas al mismo tiempo. Me sorprendió la propiedad con la que hablaba, tan desprovista de vanidades, con acento neutral y elegante concisión. El pequeño rubio de ojos claros, de cuando mucho unos 6 años de edad, sosteniendo la mano de su protectora, comenzó a balbucir unas palabras en la lengua nativa y a sollozar. Bastó una sonrisa de la abuela para el intercambio de dulzura en sus miradas y para que la angustia del niño cesara.

Me inquietaron las evidentes características físicas del chiquillo que lo diferenciaban de los demás de la comunidad, y esforzándome por no parecer entrometida adulé la belleza de los ojos de ambos, a lo que doña Rosa asintió con una carcajadita infantil. Se intensificó el rubor permanente en sus mejillas, y particularmente hermosa la anciana Chamí, dejó en evidencia su timidez, su ternura, su agradecimiento por la sorpresiva lisonja. Así construimos, casi de inmediato, el sendero con destino a lo intangible de su vida. Su amabilidad era el voto de confianza y su imperturbabilidad mi certeza de que su memoria era una marejada de aventura y sabiduría.

La primera confidencia que me hizo fue que la madre del pequeño es la segunda de sus tres hijas y el padre, un colono, un hombre blanco de Medellín(2). Él se enamoró de su hija porque le pareció exótica e inteligente y ella quedó deslumbrada con el sueño libertario que se está haciendo realidad para la mujer citadina que se prepara para algo más que ser esposa y madre. "Pero mi'hijita descubrió que la mujer tiene la misión de dar a luz y proteger su fruto y se decepcionó del hombre que la había ilusionado con un mundo diferente para luego quitarle la ilusión al sembrar en ella su semilla" develó doña Rosa en sus palabras una profunda tristeza. "Ahora yo cuido del niño mientras la madre es profesora en el nordeste de Antioquia(3). Ella tiene sus sueños" dijo y un silencio espontáneo puso un punto a la conversación. Un suspiro y por fin, "este es el cabildo" afirmó. Y con un gracias doña Rosita me perdí en las ganas de seguirme bañando en las apacibles aguas de sus palabras.

Han pasado las horas y las manecillas del firmamento marcan las cinco vespertinas cruzadas por una estela de invierno. El aire tiene el color del frío y el aroma del bosque recién mojado, el ambiente perfecto para una charla con doña Rosa que tiene el poder de darle un virado albaricoque y hacerlo cándido cuando se le ve fijo a los ojos… algo así como el matiz sepia, el olor a viejo y el tono tibio de la voz de la experiencia, del conocimiento.

"¡Buenas! ¿Está muy ocupada doña Rosa?", le pregunté para no molestarla y más me demoré en hacerlo que ella en invitarme a pasar a su sala con mis compañeros. Una estancia pequeña, muros de ladrillo crudo y una ventana con las puertas de par en par por donde han de filtrarse ráfagas del aire puro de la montaña para mantener así de diáfana el alma de la mujer Chamí. Los retratos de sus ocho nietesitos pendían de las paredes y sus juguetes hacían las veces de ornamentos sobre la mesita de centro. Y ahí, sentada sobre su sofá con los días y las noches de unos cincuenta y tantos vividos atrapados en las grietas de su piel y el júbilo y la transparencia asomándose por sus ojos, estaba doña Rosita, expectante, dispuesta.

Comencé por decirle que nos gustaría mucho escuchar su experiencia como exfuncionaria del cabildo y ella inició, sin titubeos, su relato que databa de tiempos pretéritos de su comunidad cuando la región, que ahora es el resguardo, se manchó con la sangre de sus ancestros en la contienda por la recuperación de las tierras que los terratenientes antioqueños les habían arrebatado.

Con el ánimo de contextualizarnos, nos explicó que las montañas del suroeste antioqueño fueron los aposentos de sus tatarabuelos Emberá en los tiempos primeros, luego de partir de San Antonio Chamí en Risaralda desplazados por la violencia colonizadora. Otros indígenas llegaron a Santa Fe de Antioquia desde las aguas del río Pescado, cerca de Tarazá, y de las tierras de Caucasia y Nechí del bajo Cauca. Luego de habitarlo un tiempo, dejaron el pueblo para continuar con su vida errante por las espesuras y cauces antioqueños hasta llegar a Bolombolo en el suroeste. Un hontanar de vida se encontraron en el río San Juan, donde desembocaba el río Cauca. Pero la travesía continuaba de forma ascendente hacia Andes donde se asentaron hasta el día de la fusión de la familia Carupia que provenía del río Verde, con la familia Chamí. "Mis abuelos contaban la unión como la creación de una fraternidad a la que llamaron Campamento Emberá", recordó doña Rosa imprimiéndole a sus palabras una incontenible emoción y agregó que Campamento se decía "siadú" en su dialecto.

Esparcidos por las tierras de Andes, Jardín, Salado; estaban los indígenas Emberá a la llegada de los colonos, ingenieros blancos con intenciones de levantar sus infraestructuras de concreto en los suelos ancestrales. El hito que marcó el comienzo del sometimiento, del hostigamiento y el despojo.

Contaba doña Rosa que la primera mujer que hizo gala del estoicismo y el liderazgo incomparable de la mujer Chamí fue Dolores Tocamá, la indígena que se opuso rotundamente, desde el comienzo, a ceder parte de la tierra a los blancos, a pesar de estar casada con uno. Su logro más importante fue la firma del Gobernador de Antioquia de la época, Gabriel Echeverri, de la escritura de las hectáreas que le pertenecía a su comunidad indígena que entonces no se llamaba Cristianía sino Carmata Rúa porque ese era el nombre de una mata pringamoza, de una especie de ortiga muy común en la región que, según doña Rosita "picaba mucho y los indios escogían palabras que representaran algo especial para nombrar sus pueblos".

La escritura, una simple hoja de papel con la rúbrica de un hombre de las altas esferas, significaba garantía, pertenencia, resguardo. Y se convirtió en herencia de líderes muerte tras muerte desde los remotos a los tiempos más recientes. Sin embargo, en los tiempos de Dolores Tocamá fueron muchos los que se sintieron cuando finalmente entró por Alto Casiano y Alto Flores a Carmata Rúa, el hombre blanco. Carreteras que constituirían avances en la comunicación, la producción y comercialización; urbanizaciones que darían la sensación de civilización; fueron el discurso astuto pintado de progreso que convenció a la comunidad Emberá Chamí de recortar sus confines.

Advirtiendo las abruptas transiciones en la expresión de doña Rosa donde se estampaba la desolación, luego la fe y la hermandad y de pronto, la desilusión; yo sentía mimetizarme en sus emociones. Y el vacío en mi estómago era tan efímero como eterno.

Me contó que su participación activa en los asuntos de su comunidad había comenzado por allá en el año 72 cuando se formó un cabildo por primera vez y se nombró un gobierno por un precedente reciente que tenía que ver con el intento de seguir siendo despojados de sus territorios, marcado por la llegada de un sinnúmero de personas de la capital del departamento. Doña Rosa, con una memoria nítida e inmejorable, recordó nombres como el de Sonia Robledo que era una profesora de la Universidad de Antioquia, Roque Roldán, Darío, María Victoria Restrepo, Miguel Restrepo y Tino Morales; que eran conocidos de el líder del resguardo, Juan Pablo Guasarague, poseedor de la escritura desde que su madre se la entregó en medio de su agonía.

Vientos de negociaciones se filtraron por el sitio y se reavivaron antiguos dolores de vejámenes y explotaciones. "La consigna era una sola: las mujeres indígenas Chamí de Cristianía lucharíamos por la recuperación de la tierra que la familia Escobar Pérez, y otros blancos le quitaron a nuestros antepasados, a nosotros y a nuestra descendencia " dijo con tono vehemente mi interlocutora y agregó que en el año 79 formalizaron la participación de la mujer creando un comité en el que ella hizo las veces de secretaria. "Nos agilizamos y nos motivamos para presionar a los terratenientes. Hicimos contacto con la Universidad de Antioquia que nos ayudó a redactar muchos boletines. Era incansable la mujer Chamí y se puso codo a codo en la lucha. Era candente, hablando vulgarmente. Pero también hubo mucho abandono de hogar y problemas con nuestros compañeros. Eso nos dio duro y tuvimos que abrir, con sacrificio, una guardería para los niños. Pero pensamos: Nosotros vamos a ser líderes, vamos a triunfar. Algún día vamos a tener de nuevo a nuestros hijos. Vamos a ampliar nuestros terrenos. La mujer tenía ese coraje". Me impresionó la transformación de doña Rosa Yagarí. Había abandonado su característico tono pausado para imprimirle una pasión a sus palabras que parecía nacerle de las entrañas. Y no pude evitar imaginarla joven, enérgica, sublevándose en los arados que le había arrebatado la injusticia y la mezquindad. Remató diciendo con un aliento de admiración "En esa época Eulalia Yagarí(4) era una muchachita muy joven. Yo valoro a Eulalia, es muy luchadora, muy querida".

La crudeza de la guerra que vivieron se adivinaba en cada palabra, cada gesto. Duró más o menos tres años según recuerda, pero no fue la derrota ni la desmoralización, sino el triunfo y la reafirmación de su raza el resultado de las palizas, e insultos recibidos, especialmente por parte de la policía.

"¡Indios, ladrones, salvajes! Por qué quieren robar la tierra del terrateniente ¡brutos!" repitió con una voz gutural, como intentando reproducir las voces de los policías que los insultaban y que se han quedado como un eco indeleble en su memoria. "Tiros al aire, un bololó enorme y luego nos arrastraron y nos golpearon con garrotes. Nos metieron a un calabozo en Andes. Era una celda muy chiquita donde teníamos que quedarnos acurrucaditos". Expresó como ausente, con la mirada perdida y luego se paró de su silla para dramatizarnos la tortura a la que fueron sometidos.

Y continuó "Nos enfermamos porque estábamos a la intemperie. Nos dio fiebre y no nos daban comida. Parecíamos como marranitos enjaulados. Luego llegó el párroco Rigoberto y nos dijo que estábamos ahí por desobedientes. Contestamos que esa tierra era de nosotros, que no éramos malos ni habíamos matado a nadie. Que eran nuestros derechos y los de nuestros hijos. Entonces les dio lástima y nos llevaron gaseosas y panes antes de trasladarnos para la cárcel grande, nueva". Yo escuchaba atenta y casi ni espabilaba. Estaba impactada, consternada. Cuando de pronto doña Rosa dijo "estrenamos cárcel ese año" y sonrió. Tampoco yo pude evitar una leve sonrisa ante el inusitado chiste. "se llevó a cabo un proceso conjunto entre las monjitas, los médicos, los funcionarios de Derechos Humanos, instituciones de asuntos indígenas, abogados" prosiguió "y estuvimos doce días apenas en esa cárcel hasta que se dio la negociación con los terratenientes para que pagaran unos veinticinco millones en un plazo de seis meses por ocupar nuestro espacio. Y ahí cesó el hostigamiento".

Recordé entonces que yo había encontrado una información en la internet relacionada con lo que doña Rosa había relatado. En 1975 la gente del municipio de Jardín solicitó al Gobierno departamental la devolución de 1000 hectáreas de las tierras del resguardo de Carmata Rúa. Ante la negativa del Gobierno esta comunidad inició la recuperación pacífica de sus tierras en marzo de 1980 con la siembra simbólica de plátano en una finca de su antiguo resguardo. Como consecuencia de eso, fue asesinado Aníbal Tascón, único abogado indígena en aquel tiempo. Finalmente, el Gobierno de Antioquia intervino en 1981 para adquirir dos propiedades de hacendados que tenían 200 hectáreas de extensión, a favor de los indígenas.

Hoy día, cada 12 de octubre se celebra en Cristianía el aniversario de la recuperación de la tierra y el de la muerte de Aníbal Tascón como mártir de una guerra que cobró muchas vidas pero que ratificó el valor y la intrepidez de los Emberá Chamí.

Fueron 15 años de sufrimientos y satisfacciones para doña Rosa Yagarí en su rol de tesorera del cabildo, secretaria del comité de mujeres, líder de Carmata Rúa que ahora es Cristianía. Y hace varios años fundó el grupo de la tercera edad desde donde se trabaja en pro de la conservación de la cultura Chamí, del dialecto, las danzas, la tradición oral, el médico tradicional, de las inveteradas costumbres que con el paso de los años se han sumergido en un degradé de occidentalización. Y actualmente se desempeña como secretaria de la tienda comunitaria que busca siempre la unión, la solidaridad, la cooperación de la comunidad en la satisfacción de las necesidades básicas de todos.

"¡Ay no! Uno con el tiempo se cansa… además yo ya no participo mucho en el cabildo, escasamente en los talleres formativos, porque pienso que si sigo quién me cuida los nietos para que mis hijas trabajen así como yo lo hice en mi juventud. El humano es como una maquinaria y uno se desgasta, pero el trabajo, los sueños son el alimento del espíritu. Se sufrió mucho pero ahora tenemos nuestra tierra, la emisora, el colegio, hacemos talleres. Aquí llega mucha gente que es siempre bienvenida porque somos una comunidad muy sana, muy querida. No tenemos muchos recursos pero tenemos el principal, el humano". Afirmó ahora con un hálito de satisfacción por el deber cumplido y de esperanza de soluciones a los problemas actuales de su comunidad.

"Doña Rosa ¿usted se sabe canciones en su lengua?" le pregunté. "Sí, me sé algunas. En el grupo de la tercera edad intentamos recuperar algunas y nos inventamos otras. Sacamos una que se llama Juana María. Voy a intentar cantar". Y dicho eso retornó a su rostro ese particular gesto de ternura que acentuaba sus rasgos y ponía en evidencia su intimidación. Cantó, cantó hermoso en su lengua original. Y ella, que acostumbraba hablar con su mirada perdida en sus recuerdos, en el horizonte que separaba su pasado de su presente, me miraba ahora fijamente a los ojos. Sentí con ella la alegría de Juana María, la mujer de la canción que se tomó la chicha y se embriagó, bailó, cogió el totumo, siempre linda. "La canción dice también que Juana María era una mujer incansable y todavía lucha… pero hablando vulgarmente, del berraco gusto es luchadora, bebe y baila bien, sin caerse al suelo. Así como no se cayó, ni se desmoralizó en la recuperación de la tierra" explicó y mientras lo hacía, su pequeño nietesito rubio estaba sentadito en un recodo del corredor del portal, tarareando a Juana María. Entonces, se impregnó el aire frío de magia Chamí, de dulzura. "También le sacamos una a Eulalia que dice que nosotros los ancianos ya somos viejos, ciegos, sordos… inútiles los viejitos. Pero tenemos una hija de Cristianía que es Eulalia. Y que trabaja en Regional Antioquia y pelea mucho con los intelectuales por defender el derecho indígena y las costumbres ancestrales. Ha conocido mucho. Por eso los ancianitos estamos muy orgullosos, contentos vivimos hasta el alma". Rebosante de emoción agregó doña Rosita Yagarí.

Entonces le pedí que me escribiera algo en su lengua para ponerlo en mi galería de recuerdos junto a los suyos. Sonrió y sus ojos, como siempre, brillaron como el oro crudo que se extrae en la mina de la región. Dijo que ella anteriormente era muy necia, y tenía gran habilidad para pensar pero que se estaba perdiendo con los años. Que, sin embargo, intentaría escribirme una frasecita.

Le entregué pluma y papel. Y segundos después un parrafito con caligrafía y ortografía impecables. "Luz de la mujer Chamí es un símbolo es como una flor que riega es como dirigente".

Nos despedimos de la abuela Emberá Chamí y su nietesito mestizo, agradeciéndoles la deliciosa tertulia y con el alma impregnada de su mística y su luz.

(1)Jaibaná: Médico de la comunidad, encargado de la salud a través de métodos ancestrales.
(2)Medellín: Ciudad capital del departamento de Antioquia, Colombia. Una de las principales ciudades del país.
(3)Antioquia: Uno de los 32 departamentos que componen a la República de Colombia.
(4) Eulalia Yagarí: Lider política indígena Embera Chamí.
Más info sobre ella, click aquí.

martes, 2 de noviembre de 2010

Minería y subdesarrollo, un coctel peligroso

ENGLISH VERSION

Por Gabriel R. Gualdesi (Argentina)

Setenta fueron los prolongados días donde la mirada internacional se mantuvo expectante en la Mina San José, ubicada a 45 kilómetros de la ciudad chilena de Copiapó, lugar donde 33 mineros habían quedado atrapados a 700 metros de profundidad por un desmoronamiento que cubrió la entrada del yacimiento de cobre perteneciente a la empresa minera San Esteban.
El inesperado evento se dirimió luego de que los mineros salieran a la superficie con vida a través de una capsula denominada “Fénix 2”, luego de un inmenso operativo realizado por el gobierno chileno.
Frente a las lentes de las cámaras televisivas de todo el mundo esto fue, sin lugar a dudas, un milagro que se celebró con júbilo y alegría e incluso con bromas en alusión a su larga estadía en el fondo de la tierra o por el hecho de que a uno de los mineros lo esperaba en la superficie un problema amoroso entre su esposa y su amante.
Lo que los grandes medios de comunicación dejaron de lado mientras realizaban emotivos informes sobre la vida de los sobrevivientes, sobre la eficacia del rescate, sobre la genialidad de las autoridades chilenas, fueron las enormes irregularidades en las normas de seguridad de los trabajadores mineros del establecimiento San José.
De hecho Juan Illanes, uno de los sobrevivientes declaró que luego de que los operarios inspeccionaran la mina, el mismo día del derrumbe, pidieron autorización para salir a la superficie. La empresa finalmente les respondió negativamente.
Estas declaraciones fueron corroboradas por dos mineros más, Jimmy Sánchez y Omar Reygadas, pero la compañía salió a desmentir, por un comunicado de prensa, la versión de los sobrevivientes expresando que, ese día nadie comentó sobre ruidos o explosiones inusuales en el predio.
Tras las irrefutables pruebas de anomalías en el rubro minero, el gobierno nacional debió comenzar una depuración de distintos organismos, como del Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile, relevando del cargo de director a Alejandro Vío el 10 de agosto, 5 días luego del desastre.
También el 23 de agosto se creó la Comisión de Expertos para la Seguridad en el Trabajo y el día 27 del mismo mes se anunció la creación de una superintendencia de minería en el país, medidas un poco tardías para apalear el grave incidente causado por las irregularidades en la seguridad laboral en un sector de importante relevancia para la economía nacional.
Pero Chile no es un país ajeno y aislado del contexto internacional, de hecho incidentes de estas magnitudes (muchos de ellos que podrían anunciarse como verdaderas catástrofes) pueden apreciarse en la cotidianeidad de las noticias mundiales.
Aún cuando la noticia del rescate de los trabajadores de la mina de Copiapó seguía fresca en la memoria colectiva sucedieron una serie de trágicos acontecimientos alrededor del mundo de los que poco se comentó, pero los cuales nos muestran la precariedad de las condiciones de seguridad de los mineros del mundo, particularmente de países subdesarrollados o en vías de desarrollo.
En Ecuador, el día 14 de octubre se derrumba una mina de oro al sur del país, mueren 4 operarios.
Con horas de diferencia hay otro derrumbe en un yacimiento carbonífero de Colombia, también son 4 los hombres fallecidos.
Al día siguiente, en China, mueren 37 personas por una explosión de gas en una mina de carbón de la provincia de Henan.
También en China, el 28 de octubre, mueren 12 operarios al inundarse una mina de carbón.
11 son los mineros sepultados por un grave accidente en el país africano de Ruanda el 31 de octubre, la mayoría son trabajadores ilegales.
Sudamérica, Asia, África, tres continentes donde la precariedad laboral y las infracciones se ven a flor de piel, particularmente en este rubro productor de materia prima que maneja miles de millones de dólares al año, donde compañías multinacionales de renombre son literalmente países en donde la ley nacional (y supranacional) no se aplica, donde las regalías que se deja a los gobiernos locales son miserables en comparación con las colosales ganancias que se llevan en minerales para refinar en sus países de origen.
Incluso se llega al absurdo punto de que, según un informe publicado en conjunto por distintas ONG (Christian Aid, Third World Network Africa, Tax Justice Network Africa y Southern Africa Resource Watch), las principales empresas mineras evaden impuestos en distintos países de África por más de 68 mil millones de euros a través de mecanismos fraudulentos como la falsificación de los balances de cuentas.
Si hay algo claro en todo esto es que la precarización de la seguridad minera no solo es una forma de atentar contra la integridad de los trabajadores, de exponerlos a peligros que podrían evitarse, sino que también pueden ser interesantes sumas de dinero que estas mismas empresas (que rehúsan pagar impuestos en África) pueden ahorrarse a costa de los empleados.
Frente a todo esto están los trabajadores, los mineros y operadores de la mina, las personas que hacen funcionar esta industria y que diariamente exponen su salud y su cuerpo. Sin ellos el avance industrial no podría existir, los materiales para los celulares, los automóviles, las vías férreas y la energía diaria solo quedarían en el corazón de la tierra.

-ALGUNAS CONCLUSIONES-
Es de primordial importancia que en materia de seguridad laboral los países en vías de desarrollo y subdesarrollados pongan un pie firme para evitar el avasallamiento de estas compañías apátridas que desconocen la primacía de la vida humana frente al capital. Ningún estado del mundo puede permitir el acoso de un sector económico a la seguridad y salud de los trabajadores.
La pelea no es sencilla ya que los intereses entre el ámbito político y el ámbito de los negocios se entrelazan muy fácilmente, pero es de vital importancia que estas empresas, si quieren seguir trabajando en el rubro, modifiquen radicalmente sus condiciones de trabajo ya sea que sus empleados vivan en Inglaterra o en Bangladesh, en Canadá o en Bolivia, las condiciones deben ser las mismas, en óptimas condiciones de seguridad y de bienestar. Si no se logra eso la experiencia de esos 33 hombres en el fondo del infierno solo servirá para rellenar hojas en los periódicos.

Mining and Undervelopment: A Dangerous Cocktail

For sixty long days, the international gaze was fixed expectantly on the San José mine, located 45 kilometers from the Chilean city Copiapó: the site where 33 miners had been trapped at a depth of 700 meters by a collapse that blocked the entrance to the copper deposit belonging to the mining company San Esteban.
The unexpected event was resolved when the miners emerged to the surface alive in a capsule named Fénix 2, after an immense operation organized by the Chilean government.
In front of the lenses of television cameras from around the world this was, without a doubt, a miracle that was celebrated with joy and happiness- and even with jokes alluding to the miners' long stay below ground or the fact that for one miner, an amorous conflict involving his wife and lover awaited him at the surface.
What the major media sources left out while they filmed emotional reports about the survivors' lives, the efficiency of the rescue, and the genius of the Chilean authorities, were the enormous irregularities in the San José miners' safety regulations.
In fact, Juan Illanes, one of the survivors, declared that after the operators inspected the mine the same day of the collapse, they asked permission to return to the surface. The company ultimately refused their request.
These declarations were corroborated by two more miners, Jimmy Sánchez and Omar Reygadas, but the company refuted the survivor's versions, claiming in a press release that nobody commented about unusual noises or explosions in the premises that day.
Faced with irrefutable evidence of anomalies in the field of mining, the national government began a purge of various bodies such as the National Service of Geology and Mining of Chile, relieving the director Alejandro Vío from his post on August 10, five days after the disaster.
Also, on August 23, the Commission of Experts for Job Security was created. On the 27th of the same month the creation of an office of mining supervision was announced; both measures came a little too late to prevent the grave incident caused by irregularities in workforce safety in a sector of great importance to the national economy.
But Chile is not alien and isolated in the international context; in fact, incidents of this magnitude (many of which could be described as true catastrophes) can be observed in the daily world news cycle.
Even as the news of the rescue of the miners of Copiapó was still fresh in collective memory, a series of tragic events around the world occurred. These were little mentioned but show us the precarity of the safety conditions of the miners of the world, particularly in underdeveloped or developing countries.
In Ecuador, on October 14, a gold mine collapsed in the south of the country; four operators died.
Just a few hours later there was another collapse in a coal bed in Colombia. Again four men passed away.
The next day in China, 37 people were killed by a gas explosion in a coal mine in the province of Henan.
On October 28, also in China, 12 operators died when a coal mine flooded.
Eleven miners were buried by a serious accident in the African country of Rwanda on October 31. The majority were illegal workers.
South America, Asia, Africa: three continents where precarious work conditions and infractions are systematic. This is particularly notable in this field of raw material production that handles millions of dollars each year, where renowned multi-national companies are literally countries in which the national (and supra-national) law does not apply, where the royalties paid to local governments are paltry in comparison with the colossal earnings that the companies take home in the form of minerals to be refined.
It even reaches the absurd point that, according to a report published conjointly by various NGOs (Christina Aid, Third World Network Africa, Tax Justice Network Africa and Southern Africa Resource Watch), the principal mining companies evade more than 68 million Euros in taxes in various African countries through fraudulent mechanisms such as the falsification of accounts.
If there's anything clear in all this, it is that the increasing precarity of mining safety not only threatens the workers' integrity and exposes them to unnecessary risks, but can also save these same companies (that refuse to pay taxes in Africa) huge sums of money at the expense of their employees.
Facing all of this are the workers, the miners and mine operators, the people that make the industry work and that risk their health and their lives every day. Without them the industry could not advance; the materials for cell phones, cars, train tracks and daily energy would remain in the heart of the earth.

-SOME CONCLUSIONS -
It is of the utmost importance that developing countries and underdeveloped countries put their foot down regarding work security in order to avoid the despotism of these stateless companies that do not recognize the superiority of human life over capital gain. No state can permit an economic sector to violate the safety and health of its workers.
The struggle is not simple, as interests in the sphere of politics and business are easily entangled. However, it is of utmost importance that these companies, if they want to continue working in the field, radically modify their work conditions. Whether their employees live in England or Bangladesh, in Canada or Bolivia, the conditions should be the same: optimal conditions of safety and well-being. If this is not achieved, the experience of those 33 men in the pits of hell will only serve to fill newspapers.